Más vale una Cruz que cien Cristos.


Dice un dicho manchego popular que más vale una Cruz que cien Cristos. Muchos os preguntaréis qué quiere decir esta frase. Muy sencillo. Veréis cuán sabia es la cultura popular. A partir de mayo empieza el calor y en La Mancha el Lorenzo casca a base de bien, sobre todo en las horas vespertinas. La Cruz es el tres de mayo y la costumbre obliga a iniciar oficialmente ese día los períodos de siesta. Con esto no queremos decir que en invierno no sesteemos, lo que ocurre que apetece más durante los meses de calor. Dicho período de siesta concluye con la llegada del otoño. De ahí que este período oficial transcurra desde la Invención de la Cruz (3 de mayo) a la Exaltación (14 de septiembre), conocido también como el día de los Cristos. Por tanto ya entendéis como el personal prefiere una sola Cruz que muchos Cristos.

Con esta entrada quiero hacer un homenaje a uno de los patrimonios más importantes que tenemos en España; la siesta. Es por excelencia el yoga ibérico y desde aquí animo a todos a que lo practiquéis.



La siesta es una costumbre consistente en descansar algunos minutos (entre veinte y treinta, por lo general, aunque puede durar un par de horas) después de haber comido. No se trata solamente de una costumbre española, sino que también tiene una explicación biológica. Es una consecuencia natural del descenso de la sangre después de la comida desde el sistema nervioso al sistema digestivo, lo que provocaba una consiguiente somnolencia. Teniendo en cuenta lo copiosas que suelen ser las comidas españolas frente a otras rutinas y regímenes alimenticios europeos que distribuyen las comidas abundantes más hacia el principio de la jornada, y a la propia cronobiología: independientemente de haber comido o no, la depresión postprandial es un elemento que surge tras aproximadamente ocho horas tras el despertar. Por otra parte, en los trópicos, lugares colonizados por España, y en la misma España, situada al sur de Europa, en ese lapso es cuando hace más calor, e incluso los animales retornan a sus guaridas para descansar. El doctor Eduardo Estivill afirma tajante: «Para los niños hasta los cinco años es imprescindible, para los adultos recomendables, pero siempre corta. No más de 20 ó 30 minutos». Si ésta excede de ese tiempo podemos denominarla como siesta de pijama, padrenuesto y orinal.

Además, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje y proporciona la facultad de prolongar la jornada de trabajo al poderse resistir sin sueño hasta altas horas de la noche con poca fatiga acumulada.



Así que ya sabñeis queridos internautas blogueros. A echarse a la siesta sin remordimiento alguno.

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