De lo correcto en el vestir cofrade



De quince años a esta parte, el vestuario en nuestras Cofradías no se circunscribe al uso exclusivo del hábito penitencial. Podemos observar cómo han proliferado nuevas figuras con nuevas vestimentas, que influidos por la Semana Santa del sur, hemos incluido en nuestro cortejos nazarenos. Me estoy refiriendo a los acólitos (tanto los que que llevan el incienso o los ciriales); pertigueros; muñidor y servidores de librea. Como digo, todo ello mejora y adorna mucho las Cofradías que lo usan, pero hay que saber cómo y quién debe vestir estos trajes, en su mayoría, de corte masculino. Si bien las mujeres cada día participan más en nuestras procesiones y son absolutamente indispensables, no debemos olvidar que si rescatamos ciertas figuras que antaño estaban presentes en la Semana Santa, debemos hacerlo bien y que cada persona ocupe su puesto, siempre en beneficio de su Hermandad. Y es que un muñidor o un servidor de librea nunca puede ser mujer, por ejemplo. Este artículo no pretende ser un ataque machista, tan de boga los últimos días, sino que pretende aclarar ciertos puntos que, a mi modo de ver, son disonantes con lo que realmente queremos representar y mostrar a los fieles en las calles.


En primer lugar al no usarse la dalmática en nuestra Semana Santa, poco hay que decir de ello. Mas si aún se siguiera usando esta vestidura, nunca debería ser vestida por una mujer, pues corresponde únicamente a personas ordenadas y según la Iglesia sólo pueden ser hombres. Ninguna monja se vestiría de sacerdote, ¿verdad?. No obstante, estos errores litúrgicos de base pueden observarse en otras Semanas Santas. Repito. Esto es un error y no debería hacerse, aunque algunos sacerdotes den su visto bueno. Por eso el uso de los hábitos actuales de tipo monaguillo, me parece totalmente correcto, puesto que tanto hombres como mujeres pueden participar de tal modo en la celebración en el templo y en los actos piadosos en las calles.


Lo mismo ocurre con el traje de librea. Si bien la explicación está ajena a lo litúrgico, este tipo de vestuario histórico es exclusivamente masculino. Que este tipo de prenda aparezca en nuestras procesiones (en Ciudad Real sólo aparece en la Cofradía de Jesús de las Penas), se debe a dos cuestiones: la primera es la influencia de las cofradías de silencio de Andalucia y la segunda, responde al hecho histórico de que cuando alguien principal estaba en una procesión, un criado o paje, estaba cerca de él por si necesitaba alguna cosa. En Ciudad Real esto lo hemos contemplado algunos años en la procesión del Corpus. Don Carlos de Borbón, primo de don Juan Carlos y presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares, ha presidido la procesión acompañado de un criado de librea.


Por tanto, la librea es un vestido masculino y en el diccionario de la Real Academia nos lo define así:
1. f. Traje que los príncipes, señores y algunas otras personas o entidades dan a sus criados; por lo común, uniforme y con distintivos.
2. f. Paje o criado que usa librea.
3. f. Vestido uniforme que usaban las cuadrillas de caballeros en los festejos públicos.

Como podemos observar no habla de vestuario de las criadas, sino que es la ropa que los señores, para su ostentación pública, ordenaban poner a sus criados. A más adornos y galones, mejor posición (aunque sólo fuera por mera apariencia). Por tanto, si utilizamos estas prendas en las procesiones, no pueden ser llevadas por mujeres, pues nunca acompañaría una criada a un caballero a actos públicos. Esta es la función del servidor o paje. Es como si a un hombre le ponemos una cofia, ¿no creen?

Fotografías: Carmelo Rodríguez, blog la Manigueta, hermandad de la borriquita de Puerto Real.

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