Cuando nos deslumbra el oropel


La Real Academia nos dice que el oropel es aquello de poco valor y mucha apariencia. Pues esos oropeles, esas cosas de ínfimo valor, en este mundo cofradiero, deslumbra a los ojos de los que se dejan llevar sólo por la apariencia externa. Y es que el valor real de muchas cosas se encuentran tanto en lo más grande como en lo más pequeño. Dicen que las buenas esencias se guardan en frascos pequeños, ¿verdad?. Ya Platón nos hablaba de aquello en el mito de la caverna. Nos decía que nos quedábamos con lo que nuestros ojos ven y no vamos más allá, no buscamos la realidad de esas sombras que existen allá en el mundo de las Ideas. Sólo vemos sombras, reflejos de lo que es de verdad. Esos oropeles que nos deslumbran son parte de nuestra humanidad desde que nuestro cerebro dejó de ser animal y llegó a un estado, más o menos, humano.


Pues cosas como estas pasan en este mundo tan especial y tan complejo como son las Cofradías. Se antepone el oropel a la verdadera esencia de lo pequeño, de aquello que luce poco, de aquello que no llama la atención, pero que su esencia sigue ahí, no se pierde y prende la llama en el corazón de quien lo contempla. Nos deslumbramos ante lo grande, lo gigánteo, lo que nos es placentero por su tamaño o su belleza. Pero nos hace perder la perspectivade de la verdadera esencia: lo Sagrado. Lo demás es accesorio. Si sólo nos quedamos en la simple contemplación de lo bello y lo hermoso, de eso que nos llena de placidez, estamos perdiendo, sin duda, la verdadera esencia de todo esto.

Y es que todo lo que nos acerca a Dios no debe ser bello, bonito o novedoso. Si lo que no es tan bello, tan agradable y/o tan antiguo sigue vigente, por algo será. Porque sin duda guarda la Fe y la veneración de las personas, aunque estas sean pocas, que siempre han estado ahí. Por eso, es en lo más profundo, donde se encuentra la verdadera Imagen, que existe en aquel mundo origen del Todo.

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