Hoy es San Antonio Abad
Como casi en toda España hoy celebramos en Ciudad Real la Festividad de San Antón. Ayer se iniciaron los actos con la hoguera frente a la Parroquia de Santiago Apóstol y la venta de caridades. Hoy culminarán los actos con la Misa de Hermandad y la bendición de animales. Pero lo que hoy quiero traer a la Plazuela es la Historia de la Orden de San Antonio Abad, también conocido como Antoniana y muy poco conocida.
La Hermandad de San Antonio Abad, quizá sea la más antigua en Ciudad Real, ahora mismo. Su historia se remonta al siglo XIII, cuando en torno a la imagen del santo que se veneraba en el Hospital-Convento de San Antón, regida por la Orden Antoniana se funda la Cofradía de los Hijosdalgo de San Antonio Abad. Por tanto ya podemos ver cómo es una de las primeras órdenes que se establecen en la naciente Villa-Real (1255).
Esta Orden vestía hábitos negros y la letra o cruz TAU (bastón de San Antón) azules, siendo una de las órdenes religiosas más enigmáticas y desconocidas de la Cristiandad. Nacida en tierras egipcias con la finalidad de curar una extraña epidemia que asolaba la Europa medieval, esta misteriosa congregación debe su nombre a san Antonio Abad. Fue a finales del siglo IX cuando nueve caballeros franceses, originarios de la antigua provincia fronteriza del Delfinado, decidieron partir hacia Bizancio en busca del cuerpo de Antonio el Ermitaño, el anacoreta de Egipto, canonizado como san Antonio Abad y llamado también san Antón, que obraba en poder de los emperadores de Oriente desde que fuera milagrosamente descubierto en el desierto.
A su regreso, las reliquias fueron instaladas en la ciudad de Saint-Antoine-de-Viennois, coincidiendo con la propagación de una de las peores epidemias conocidas de la Europa medieval, el llamado ignis sacer o fuego sagrado (o santo). Las crónicas lo describen como una extraña enfermedad cuyo síntoma característico era la gangrena de pies, piernas, brazos y manos. En los casos graves el tejido se tornaba seco y negro y las extremidades, momificadas, caían sin pérdida de sangre. Se decía que estaban consumidas por el fuego sagrado y se ennegrecían como el carbón.
Dicha Orden desapareció en 1777, absorvida por la Soberana Orden de Malta.
No obstante esta orden tiene mucho de misterio y de mitología. Tal es así que a partir de la documentación de la Orden, el antoniano francés Aymar Falcon hizo, en la primera mitad del siglo XVI, un Compendio de la Orden Antoniana, traducido al castellano por fray Fernando Suárez en 1603. Seis años después veía la luz un curioso opúsculo, salido de las prensas valencianas de Juan Vicente Franco con el título de Fundación, vida y regla de la grande orden militar y monástica de los caballeros y monjes del glorioso Padre San Antón Abad, en la Etiopía, monarquía del Preste Juan de las Indias. Escrito por un tal Juan de Baltazar, que se presentaba a sí mismo como caballero abisinio, relataba la existencia de una hasta entonces desconocida rama africana de la orden antoniana.
Si hacemos caso de Baltazar, la Orden Militar de Caballeros Antonianos habría sido fundada en el año 370 por el emperador etíope Juan el Santo, con la intención de pelear contra los herejes arrianos que amenazaban la religión cristiana del reino de Etiopía. Inspirados en la forma de vida de san Antón Abad y seguidores de las constituciones y reglas de san Basilio, la orden se amplió y engrandeció durante el reinado del Preste Juan Felipe VII, diferenciándose en dos ramas: una de monjes, que llevaban la tau como distintivo, y otra de caballeros, que unían a la cruz una flor de lis de color azul, guarnecida por las orillas con un hilo de oro.
En la actualidad debemos creer que se trata tan sólo de un relato fantástico pues no se han encontrado pruebas que lo confirmen.
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