Cofradías de las Penas en España XII. Sevilla III



Hoy traemos a la Plazuela la tercera cofradía sevillana que lleva por Titular al Señor de las Penas, la Pontificia, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas, María Santísima de la Estrella, Triunfo del Santo Lignum Crucis, San Francisco de Paula y Santas Justa y Rufina, más conocida como la Estrella de Triana.

 
Corría el año de 1560 cuando se funda en Triana, en una capilla del convento de la Victoria perteneciente a los Frailes Mínimos de San Francisco de Paula, una hermandad de luz bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Estrella. Las reglas de esta hermandad, formada por capitanes de barcos con la misión de fletar las mercaderías que en la ciudad de Sevilla entraban y salían por la mar para las Indias y Flandes, fueron protocolizadas en la escribanía de Gaspar de Toledo el primer día de septiembre de 1566 y aprobadas por Su Majestad Felipe II el día 24 de diciembre de ese mismo año. En 1570, la comunidad de frailes concedía a la Hermandad un sitio junto a su iglesia para que se labrara una capilla, al igual que cedía en el interior del templo otra Capilla con el objeto de que allí fueran colocadas las imágenes y poder celebrar sus fiestas y juntas.
En el año de 1600, la hermandad de Nuestra Señora de la Estrella se une a la de San Francisco de Paula.
En 1644, en el barrio de Triana, en la ermita de un antiguo Hospital allí existente bajo la advocación de Nuestra Señora de la Candelaria, un hombre devoto, de nombre Diego Granado y Mosquera, fundó una hermandad titulada de las Penas de Cristo Nuestro Señor, Triunfo de la Cruz y Amparo de María Santísima. A iniciativa del mencionado Diego Granado, la hermandad de las Penas gestó la fusión con la de la Estrella. De este modo, los hermanos de las Penas, en Cabildo General celebrado el 17 de junio de 1674, acordaron su unión con los de la Estrella, quienes tomaron también acuerdo de fusión en Cabildo el día 21 de junio de ese mismo año. Así, el 15 de julio de 1674, las hermandades otorgaron conjuntamente escritura de fusión ante el escribano público Hernando Gómez de Frías, acordando también la redacción de nuevas reglas que se formarían con lo mejor de ambas. La hermandad resultante se titularía de "Nuestra Señora de la Estrella, Santo Cristo de las Penas, Triunfo del Santo Lignum Crucis y San Francisco de Paula".
Al establecerse esta concordia, la cofradía de las Penas donó al Convento de Frailes Mínimos la imagen de un Crucificado con el tabernáculo que poseía, siendo colocada en la enfermería y luego en un altar del templo.
La Iglesia y el Convento de la Victoria desaparecieron en un voraz incendio la noche del 22 de octubre de 1704, salvándose la Capilla de la Hermandad, la cual sirvió a la Comunidad hasta igual día y mes del año 1707 en que se concluyó la reedificación de aquella. Por otra parte, la Ermita de la Candelaria, en razón de lo reducido del templo y de la ampliación exigida por la propia Comunidad de Dominicos, hubo de ser derruida, emprendiéndose con el tiempo la nueva fábrica de la suntuosa iglesia de la Candelaria y San Jacinto, cuya construcción fue muy afanosa, depositándose en ella el Santísimo Sacramento en 1774 y abriéndose al culto el día 29 de enero de 1775. 

La cofradía después de su fusión entre Estrella y Penas, hacía estación de penitencia a la real Parroquia de Señora Santa Ana con tres pasos. En el primero iba una cruz verde sobre un mundo y, enroscada en él, la serpiente con la manzana en la boca. Del clavo de los pies de la cruz salían dos palmas que terminaban en los brazos y en el centro de éstos, una corona de laurel. Al pie del Sagrado Madero había una María con una estrella y a un lado una calavera en significación de la muerte. En el segundo paso, el del Señor, se representaba el Monte Calvario en el que el Redentor, desnudo y sentado sobre una peña, espera la crucifixión en actitud de oración ante el Eterno Padre. La Santa Cruz iba en medio tendida mientras dos judíos preparaban lo necesario para dicho acto, mostrándose en el suelo la túnica y el vaso de mirra. En el tercer paso figuraba la Santísima Virgen, ostentando en su mano la reliquia del Santo Lignum Crucis que de antiguo poseía la Hermandad. En los tiempos de apogeo se adornaba el paso con muy ricos objetos de plata. La Sagrada Imagen, una de las más hermosas de la ciudad atribuida a la gubia de Juan Martínez Montañés, tuvo tanta fama y celebridad que hubo empeño en poseerla, asegurándose como tradición que una noche trataron de robarla.


 Las fiestas principales de la Hermandad eran: el día de la Santa Cruz, con misa cantada y sermón exponiéndose ese día el Santísimo Sacramento; en el mes de enero, se celebraba quinario a Nuestro Padre Jesús de las Penas, procurando que en los tres últimos se tuviera el Jubileo de las 48 horas; el 2 de febrero, Fiesta de la Purificación, tenía lugar función en honor de María Santísima de la Estrella, en conmemoración de la presentación de Jesús en el Templo y se oficiaba con tercia, bendición de candelas, misa, sermón, manifiesto y procesión claustral. 

Se tiene constancia de que a principios del siglo XIX ya se encontraba integrado en la Hermandad el gremio de Alfareros, a pesar de la ley prohibitiva de todo carácter gremial en las Hermandades a partir de 1783.
La forzada ocupación de los conventos sevillanos en 1809 por las tropas francesas, allanando con pleno vandalismo también el Convento de la Victoria con la expulsión de sus moradores, dio un golpe mortal a nuestra cofradía que conoció la destrucción parcial y lenta del famoso monasterio y aún dentro de la iglesia, la ruina de su propia capilla de la que anteriormente se ha hecho mención. Por ello, la cofradía hubo de trasladar sus imágenes a otra capilla de la misma iglesia en lo poco que quedaba en pie.
La reducción del convento y el periodo liberal hicieron que nuestra Hermandad llegara casi a la extinción hasta 1835, en que obligada por la exclaustración ordenada por la desamortización de Mendizábal, hubo de trasladarse al Convento de San Jacinto, exclaustrado y abandonado por la Orden Dominica ese mismo año. Las imágenes fueron situadas en los altares del crucero.
De todo este periodo sólo hay constancia de la solemnísima fiesta celebrada el 19 de julio de 1818 en honor de las Santas Justa y Rufina en el templo de Santa Ana, en cuya tarde salieron procesionalmente, vestidas a la romana, en muy adornadas andas y acompañando a Su Divina Majestad que iba en su custodia.


Finalizada la guerra civil entre carlistas y cristinos, que había asolado España desde 1833, existen propósitos de reanudar las actividades de la Hermandad propugnadas por los afanosos alfareros entre 1839 y 1840, pero un pleito sobre la pintura y dorado del paso neutralizó todos los esfuerzos.


Otra nueva tentativa fue auspiciada en 1851 por el celoso exclaustrado capuchino Padre Miguel Mijares, cura de la Real Parroquia de Santa Ana. Un domingo de septiembre de 1859 se iniciaron los cultos con función y solemne procesión con las patronas alfareras, e igualmente lucido quinario en honor del Santo Cristo de las Penas.
Un nuevo vendaval devastador, a causa de la revolución de 1868, el destronamiento de Isabel II, el reinado de Amadeo I y la instauración de la Primera República, obligaron a otros veinte años de inactividad.


Restaurado y reparado el templo de San Jacinto y abierto de nuevo al culto el 2 de junio de 1878, se logra resurgir la antigua devoción a nuestros titulares y así, el 28 de noviembre de 1880 se lleva a efecto una solemne función. La Hermandad, que no contaba más que con las imágenes después de haber perdido todo su patrimonio, se dedicó a preparar todos los útiles efectivos procesionales. El Miércoles Santo de 1891, merced a la iniciativa de varios jóvenes bajo la dirección del virtuoso sacerdote y capellán de San Jacinto, Padre Eusebio Ortega, realizó estación de penitencia, estrenando pasos, ropas e insignias bordadas en oro.


Se procedió a la redacción de nuevas reglas, copiadas y reformadas de las de 1674, extraviadas en ocho de sus capítulos, cuyas constituciones fueron aprobadas el 21 de febrero de 1891 por el arzobispo de Sevilla, Don Benedicto Sanz y Forés.

Desde aquella época de 1891, la cofradía continuó realizando su estación de penitencia desde el Convento de San Jacinto en la tarde del Domingo de Ramos, siendo la única que la efectuara en 1932, el Jueves Santo, sufriendo varios atentados en su recorrido. Por eso a la Virgen de la Estrella se le conoce con el sobrenombre de la Valiente.


En 1960 conmemoró la hermandad el IV Centenario de su fundación con solemnes cultos y procesión por el barrio de María Santísima de la Estrella bajo palio.
El 10 de octubre de 1966, el Convento de San Jacinto es erigido en parroquia. La hermandad, por acuerdo de Cabildo Extraordinario en junio de 1966, solicitó constituirse en sacramental de la nueva parroquia, lo que se concedió por decreto del Arzobispado de aquella fecha, organizando la procesión con Su Divina Majestad para enfermos e impedidos de la feligresía durante varios años y cuidando el Monumento de los Oficios de Jueves y Viernes Santo.
A solicitud de la Hermandad, que acuerda en Cabildo transformar en Capilla su casa de hermandad, un decreto de 25 de junio de 1973, dado por el Cardenal Bueno Monreal, autorizó la adaptación del inmueble en oratorio semipúblico y erigiéndolo en sede canónica de la Corporación.
Bendecida la nueva Capilla en Sábado de Pasión de 1976, ese Domingo de Ramos, 11 de abril, salió del Convento de San Jacinto para, tras realizar la Estación de Penitencia, entrar en su nueva sede.


 Fecha importantísima que se reseña con letras de oro en la historia de la Hermandad fue la del 31 de octubre de 1999, en la que el Arzobispo de Sevilla, Monseñor Fray Carlos Amigo Vallejo, coronó canónicamente a la imagen de María Santísima de la Estrella en Solemne Pontifical celebrado en la Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla.

 
El Señor de las Penas es obra de escultor flamenco asentado en Sevilla José de Arce realizado en 1655. En los últimos trabajos de restauración de la Imagen se ha encontrado un documento que acredita la autoría y que dice así:
“Enla çiudad de Seuilla Año demill y feisçientos y cincuenta y çinco; gouernando la silla Apoftolica nueftro muy Santo Padre Alexandro feptimo defte nombre, y afimismo, Reynando en efpaña nueftro catholico Monarcha Philipo quarto de efte nombre; hizo efte Sancritsimo Chrifto d las penas, Jose ph de Arze, de nación Flamenco parauna cofradía deltitulo delas penas de Chrifto nueftro Señor, y triunpho dela Cruz, que Iafundo en Triana Diego Granado y Mosquera elaño de 1644” 


 Representa al Señor desnudo, sentado en una peña esperando el momento de ser crucificado. Las figuras secundarias son de Castillo Lastruci.

 La Virgen de la Estrella es una Dolorosa de origen anónimo pero que tradicionalmente fue atribuida al escultor Juan Martínez Montañés y data del siglo XVII. Tras la restauración acometida en 2009-2010 en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), los historiadores han atribuido su ejecución a la escultora Luisa Roldán, conocida como "La Roldana".



La Hermandad de la Estrella tiene dos hábitos penitenciales. En el paso de Cristo los nazarenos llevan capa blanca con antifaz y cíngulo de terciopelo morado, así como los botones del mismo color. En el paso de vírgen llevan capa blanca con antifaz y cíngulo de terciopelo azul, así como los botones del mismo color.  Todos los nazarenos deben llevar calcetines blancos con zapatos negros, o en su defecto solo calcetines o descalzos.









Fuentes: web de la Hermandad; la gubia y el tas, wikipedia y yuoutube.

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