Vanitas vanitatum, et omnias vanitas
Este extraño tiempo primaveral provoca en servidor de ustedes, cierto hastío, melancolía e incluso hartura de esto de las cofradías. Y no sólo el tiempo, sino la meditación y la reflexión, además de que se te vengan a la cabeza ciertos "personajes" de este inusual y surrealista mundo. Aun sabiendo que a alguno de estos próceres se encolerizarán, vuelvo a repetir lo que dije hace un tiempo en el blog: "que esto es mío y escribo lo que me dá la gana"...con la vergüenza y delicadeza que se ha de tener y sin faltar al respeto ni a la verdad.
“Vanidad de
vanidades, todo es vanidad”. Es este el famoso dicho latino que casi muchos
de nosotros hemos utilizado alguna vez. Su título y su concepción se relacionan
con un pasaje del Eclesiastés. El mensaje que pretende transmitir es la
inutilidad de los placeres mundanos frente a la certeza de la muerte, animando
a la adopción de un sombrío punto de vista sobre el mundo.
Qué frase tan interesante, ¿verdad? Y qué bien
refleja el mundo cofrade. La vanidad ha sido y es uno de los modus vivendi de ciertos cofrades. Ser alguien a través de este mundo de locos es lo máximo a lo que aspiran. Todos tenemos nuestro pedestal, no lo vemos, pero está ahí y
nosotros encima de él. Y en este pedestal, la vanidad juega un importante papel. No obstante muchos de estos no se dan cuenta de que la vida es un suspiro y que hoy estamos aquí y que mañana no, mas las Cofradías permanecerán y su patrimonio y sus mejores valores son los que debemos relegar a nuestros sucesores. Pero, ay qué pena. Sólo legamos lo primero. Lo segundo no interesa.
El problema que quiero resaltar es la vanidad pretérita. Me explico. A finales de los 80 y principios de los 90 de la pasada centuria asistimos a la creación de varias cofradías en nuestra ciudad. Unas fundadas dentro del seno de parroquias y entre catequistas y otras en el seno de amigos donde reinaba la señora vanidad. En las primeras, el desconocimiento del movimiento cofradiero provocó el estancamiento y la crisis sempiterna desde su misma fundación, pero en las otras, en cuanto los egos chocaron entre sí, dejaron alguna cofradía como una era. Vamos como dice mi buen amigo Juan Fisac: "Ahí te dejo mi guitarra, Juan Manuel".
Estos "fundadores" que se creían y creen tener la más absoluta de las verdades y que sin su participación todo esto vendría al acabose, se han equivocado. Pero tras tanta lección de sabiduría y "años de trabajo", ahora no se les ve a ciertos prohombres del tipo por las cofradías que fundaran. Los motivos los desconocemos pero yo creo que si hacemos una Hermandad con tal o cual Imagen, a la que tanto queremos y tantos golpes de pecho nos damos, ¡qué mejor motivo para acompañarla tanto en las misas y en las procesiones!. Su ego y vanidad les puede tanto que ya ni eso...aunque claro, tampoco se les echa de menos.
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