Y nos tocó...

No sabiamos los cofrades de las Penas, tras diez y nueve años de vida, lo que suponía suspender la procesión del Martes Santo. Anoche nos vimos en la triste tesitura de suspender nuestra procesión cuando toda la Cofradía acababa de salir del Convento. Gracias a Dios no hemos tenido problemas de ningún tipo. Ahora, a pesar de la tristeza de no terminar la procesión me quedo con dos cosas: el cariño con que el Señor de las Penas fue despedido cuando regresó al convento y los hermanos que participaron anoche en la cita más importante de la Cofradía. Hermanos que respondieron como debe se debe responder, sin abandonar a su Señor, aguantando firmes el chaparrón hasta que se cerraron las puertas. 
Ya queda un día menos. Para que la espera sea menos triste os dejo este bello poema escrito por nuestro hermano Ángel A. Quero.

Mi Señor manchego

I

Ay mi cristo humillado,
a la cruz agarrado,
mi señor manchego apenado,
da fuerzas al moribundo,
para cuando deje este mundo,
camine a tu lado,
hacia el cielo prometido.

Penas que hieren el alma,
lamentos que desgarran el habla,
tu eres pena, en la mirada,
sonido de pena, tocará la espadaña,
del convento del carmelo.

Llegará ese sonido hasta el cielo,
junto a los rezos tras celosias,
emocionaran a los que partieron,
que en un balcon de la gloria,
y aun en nuestra memoria,
hermanos de nuestra cofradia.

Tú eres fuente de saeta,
pellizcando el alma con pena,
manantial de agua serena,
quejio del Martes Santo,
manantial de triste llanto.

Bajo el peso del madero,
Tu eres lirio tronchado,
consuelo del desauciado,
motor de mis latidos,
por ti pierdo el sentido,
quedo como extasiado,
con tu rostro compungido.

Con caminar decidido,
pudiendo parecer arrogante,
eres humilde y sencillo,
al seco sonar del martillo,
andas siempre hacia delante.

Y el verbo se hizo pena,
el caliz se derramó,
vertiendo sangre de tus venas,
cuando la luna esta llena,
caminando entre nosotros,
nos libras de nuestra condena.

Ay que pena mas profunda,
me recorre por las venas,
no poder quitarte tus penas,
poder postrarme ante ti,
con un ramito de azucenas.

II


Mis penas son tu cruz
madero áspero y pesado
¿tanto pesan mis penas
que te veo tan cansado?

Si es asi, Señor
habre de tener alegría
de olvidar esta agonia
esperanzado con ese día
en que no sea yo el culpable
de que lleves, por mi, tu cruz.

recoges suspiros, lagrimas
de terrazas y balcones
quejios que erizan el alma
lamentos, y temores

De ir abrazando pesares,
de ir recogiendo lamentos,
Ahora comprendo Señor,
que de regreso al convento,
sea mayor tu sufrimiento,
y te pese más la cruz.

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