En tus Manos la Autoridad y el Mando



             
En especial, para el amigo Carlos Lillo, que seguro le gusta esta reflexión.
La Epifanía es la culminación de todo lo que la Iglesia ha querido indicarnos durante la Navidad sobre el «señorío» de Jesucristo. Ya su mismo nombre revela el sentido profundo de esa solemnidad. La palabra griega epifanía significa la llegada, aparición, entronización de un rey o de un emperador, de un ser grande, con todo lo que ello comporta de esplendor, de majestuosidad y de grandiosidad. Así entendió la Iglesia oriental el nacimiento de Jesucristo.
El canto de entrada de esta Solemnidad es ya de por sí bastante significativo: Ecce advenit Dominator Dominus: et regnum in manu eius et potestas et imperium (Mal., 3,1; I Cron., 19,12). La majestuosa elevación de la melodía gregoriana se aúna inefablemente con las palabras. ¡El Señor está aquí, el mundo corre hacia El! La primera lectura, tomada de Isaías, nos describe el cuadro: «Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen ati: tus hijos llegan de lejos ... » (Is., 60,1-6). 


El episodio de los Magos de oriente es la primera realización del vaticinio profético: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo» (Mt.,2,1-2).

Jesús inaugura el reino esperado, dentro de la perspectiva del proyecto universalista de Dios. Un Reino abierto a todos. Quedan abolidos los entredichos culturales: ciegos, cojos, leprosos, como alguien ha escrito, todos son invitados al festín.  Por encima de todo estaba y está la universalidad de su «señorío». El Reino de Cristo es un Reino abierto a todos los pueblos, pero su Reino no es de este mundo. Ha descendido entre los hombres, pero escapa totalmente al poder de ellos. El acceso a ese Reino realza la gratuidad total de Dios y ante tal perspectiva quedan abolidos todos los privilegios o supuesto tales. 


           
Jesús es el fundamento de este Reino universal. En su persona queda constituido el Reino en su realidad trascendente e inmanente a la vez. Por eso tiene en su Mano la autoridad y el mando. Su Mano todo lo puede, de este modo nos invita a que nos pongamos en sus Manos en su Amor y en su Paz y que lo dejemos todo a su Voluntad, porque El todo lo puede y así nos lo mostró en su Venida y Epifanía.
Desde la Plazuela del Carmen os deseamos un Feliz día de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo.




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