¡VIva la República!


Precisamente hoy, hace 141 años, capicua, se proclamó la I República española. El 11 de febrero de 1873, el rey Amadeo salía del Palacio Real huyendo por patas. Abdicaba de la Corona de este país de locos para  volverse a su Costa Azul y disfrutar de las rentas. Una España que nunca aceptó a este extranjero y que tras el asesinato de su valedor, el General Prim, no tuvo a nadie que le sirviera de pañuelo de lágrimas.

Pues bien, el apuesto italiano se largó y los españoles, hartos ya de reyes felones y borbones (con esto queda dicho todo) acordaron darse un gobierno y una nueva manera de entender el Estado. Vamos, aquello de la cosa pública romana. La Primera República fue proclamada entre la alegría de unos, la indiferencia de otros y un nutrido grupo de buitres revoloteando alrededor de la Marie española. 


La querida República llegó pero se encontró con enconados problemas y con peregrinas situaciones futuras. Los enconados era la animadversión de los alfonsinos, señoritos, clero y terratenientes (lo de siempre) y los futuros como las paranoias federalistas y cantonalistas (la historia de nunca acabar, muy a lo Rubalcaba). Qué queremos, a ver: ¿una República unitaria, una República federal, confederal...? En esas estábamos cuando se nombró al primer Presidente, don Estanislado Figueras, que duró dos meses en su cargo. Cansado y presionado por los federalistas, se largó. Le sustituyó un catalán, el profesor don Francisco Pi i Margall, convencido defensor del federalismo, pero cuando los cantonalistas comenzaron a declarar las independencias de los cantones y el cachondeo de turno, se bajó del barco y se volvió allende el Ebro. Treinta y siete días duró su presidencia.


Andaban aquellos próceres intentando aprobar una Constitución en la que España se articulara en distintos estados federados. Véase la idea (La Mancha formaba parte de un Estado....)


Y en aquellas cuitas llegó el mes de julio. Los cantonalistas declararon la guerra a la república porque eso de permanecer bajo el yugo del Estado no iba con ellos. En fin que se inició un conflicto entre distintos pueblos que se habían proclamado independientes a la República, pero dentro de la República (algo así como Cataluña, pero sin tiros, ni trabucadas). Por otro lado los carlistas andaban de maniobras por las Vascongadas desde la época de Amadeo. Mantenían la idea de poner el trono a un sucesor de aquel ínclito Carlos María Isidro. Ahora era otro Carlos, el séptimo Al ritmillo del Oria Mendi andaban armando gresca por el norte. Y ya se sabe, a perro flaco todos son pulgas y los cubanos además, que desde 1868 andaban revueltos, recrudecieron la guerra con aquello del grito de Yara.

Con este panorama el tercer Presidente, don Nicolás Salmerón agobiado por tanto acontecimiento, no sabiendo qué era mejor, si unidad o confederalidad y no queriendo firmar varias sentencias de muerte decidió largarse, al igual que sus predecesores. Era el mes de 7 de septiembre de 1873.


Y llegó el gran Castelar, don Emilio, el pacificador. Y dijo: "la fiesta se acabó, muchachos". Mandó al general Serrano a calmar los ánimos carlistas y al general Martínez Campos a rematar la faena cantonal en el bello Coso cartagenero. Don Emilio escribiría años después los desmanes cantonales:

"Hubo días de aquel verano en que creíamos completamente disuelta nuestra España. La idea de la legalidad se había perdido en tales términos que un empleado cualquiera de guerra asumía todos los poderes y lo notificaba a las Cortes; y los encargados de dar y cumplir las leyes desacatábanlas sublevándose o tañendo a rebato contra la legalidad. No se trataba allí, como en otras ocasiones, de sustituir un ministerio al ministerio existente, ni una forma de Gobierno a la forma admitida; tratábase de dividir en mil porciones nuestra patria, semejantes a las que siguieron a la caída del califato de Córdoba. De provincias llegaban las ideas más extrañas y los principios más descabellados. Unos decían que iban a resucitar la antigua coronilla de Aragón (sic), como si las fórmulas del derecho moderno fueran conjuros de la Edad Media. Otros decían que iban a constituir una Galicia independiente bajo el protectorado de InglaterraJaén se apercibía a una guerra con GranadaSalamanca temblaba por la clausura de su gloriosaUniversidad y el eclipse de su predominio científico [...] La sublevación vino contra el más federal de todos los ministerios posibles, y en el momento mismo en que la Asamblea trazaba de prisa un proyecto de Constitución, cuyos mayores defectos provenían de la falta de tiempo en la comisión y de la sobra de impaciencia en el gobierno"

Total, que a principios del año 74, en vista de que la cosa no se arreglaba, ni la guerra del norte, ni la del cantón de Cartagena, el general Pavía entró en el Congreso de los diputados y en nombre del ejército español disolvió las Cortes. Pero este era un Tejero algo más serio....y el elefante blanco de aquel asunto, el General Serrano volvió a la presidencia de la República, cuatro años después de dejar la Regencia.

No sé si os habréis dado cuenta. En este año de 1873 se puede resumir la historia de España de los 150 años posteriores. Y es que este país cainita que se llama España nunca cambiará. ¿A que os recuerda a la situación actual de nuestro país? Y tanto.


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